Cuando se hicieron alrededor de las siete de la tarde y mi cerebro ya no soportaba una sola palabra más acerca de las miles de amantes de su pareja y como ella creía estar logrando manejar bien la situación, simplemente le dije que debía volver a mi casa por la cantidad de cosas que tenía que hacer y la agobiante rutina que me esperaba al día siguiente.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, incluso dentro de la fuerte depresión a causa del estrés y problemas familiares que traía encima ya hacia unos cuantos meses, pude dejar salir una leve sonrisa al momento de entrar a mi casa, llegué incluso a soñar e imaginar lo feliz que habría sido si no volvía a salir de ella en unos cuantos meses.
Me descambié, tomé mi café de cada tarde, me di una ducha y como todos los días, corrí hacia la computadora para ver que sucedía en cada una de las redes sociales. En cuanto me conecto, mi amiga me saluda y mantenemos la siguiente conversación:
Ella: Amiga, mis papás se fueron y no vuelven hasta dentro
de una semana, no querés venir a quedarte unos días conmigo?
Yo: pero, tengo el colegio y eso, aparte seguramente a ellos
tampoco les gustaría que yo me quede toda la semana allá, estas segura que no
hay problema?
Ella: Vos venite, por favor venite, me da mucho miedo aparte
estar sola acá
Yo: Pero estúpida es tu casa jajaja como te puede dar miedo?
Yo estaría saltando de felicidad si me dejan la casa sola para mi.
Ella: Pasa que… es por algo en particular que me da mucho
miedo, enserio, necesito compañía, venite!
Yo: Bueno, ahora me
cambio le aviso a mis viejos y en un rato ando por allá.
Ella: GRACIAS! Sos una genia, te adoro!
Yo: también, ahora nos vemos, beso
Ella: dale, beso.
En el camino pensaba en que película podría ofrecerle para mirar por internet, yo disfrutaba mucho del cine y además era una salida perfecta para no tener que tolerar otras 4 horas de sus monólogos acerca de su novio.
Llegué, nos dimos un fuerte abrazo aunque nos habíamos visto hacía unas horas simplemente, cocinamos, comimos, miramos una película y durante todo ese tiempo, yo la notaba nerviosa, impaciente, la conocía mucho y sabía que algo le pasaba.
Che, te pasa algo? - le pregunté.
Ehm, necesito hablar con vos. – me dijo con una voz
preocupada.
Contame boluda, sabés que estoy siempre para lo que sea,
dale, decime. – le dije intentando hacerla sentir mejor.
Bueno, Martín anda en cosas raras. – me dijo refiriéndose a
su novio.
Uh, en que cosas raras? – le contesté con cierto desgano
esperando otro gran discurso sobre él.
Bueno resulta que compró un libro en Parque Rivadavia y hace
como, rituales, nunca me quiso explicar bien pero, cosas medio raras. Yo lo
estuve cargando durante horas con eso, le dije que era un libro tonto y nos
peleamos porque después escucharon los amigos de él y todos se empezaron a reir
y nada, me dijo que yo iba a comprobar que “con el no se jodía”, no le di
pelota pero ahora me iba a quedar sola, me puse a pensar en todo eso y me re
sugestioné, por eso te llamé. – me contó mientras sus ojos se ponían vidriosos
entre la tristeza y el miedo.
La mayoría del tiempo ella bromeaba con todo y todos, pero
era una chica muy sensible, pocos la conocían como yo y sabía que más allá de
lo absurda de la situación, ella realmente estaba muy sugestionada con todo lo
que acontecía sumando la cantidad exorbitante de sentimientos que la abrumaban
con respecto a Martín. La calmé, cerré puertas y ventanas por precaución,
procurando que ella no se de cuenta y se siga sugestionando.Alrededor de la una de la mañana cuando ya nos preparábamos para dormir, alguien tocó la puerta, las dos encendimos las luces, fuimos a la entrada y no había nadie, pero un papel de anotador se encontraba esperándome en el suelo, el mismo recuerdo decía simplemente “ Las risas no siempre son contagiosas”. Se me heló la sangre, pero por algún motivo, no me atreví a mostrarle dicha nota a mi amiga, no quise asustarla y además la seguridad de la casa era demasiada como para que alguien entrara, simplemente me calmé y le dije que vayamos a dormir.
Apagamos las luces, nos acostamos juntas y decidimos dormir. Las palabras de la nota resonaban en mi cabeza y hacían imposible la tarea de conciliar el sueño hasta que en un momento, simplemente no pude más, y me dormí.
A mitad de la noche, sentí como ella se levantaba y le pregunté que hacía, todavía sugestionada por lo sucedido unas horas antes, se rió fuertemente y me dijo, que estás paranoica? Voy al baño nada más.
Me sorprendió pero no le di importancia, estaba demasiado dormida como para reaccionar mas allá de todo y simplemente me recosté otra ves.
Sentí como volvió a entrar a la cama y poco a poco fui quedándome dormida.
Cuando desperté y giré sobre mi misma para despertarla, vi como en su rostro cubierto de sangre sus labios ya no estaban y sus blancos dientes resplandecían como una gran sonrisa macabra, sus ojos ya no estaban y el resto de su cuerpo, totalmente desmembrado, era lo que había provocado en mi esa sensación de tranquilidad cuando ella volvió del baño.
Una nota escrita sobre lo que quedaba de su torso citaba:
“Lo ves? Ahora esta sonrisa ya no es contagiosa”
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